
Es increíble como vemos pasar el tiempo frente a nuestros ojos,
quien no recuerda cuando era chiquitito y se encantaba con pequeñas
cosas, mínimos detalles, el viejito pascuero, el ratoncito que nos
robaba el diente que se nos caía,el conejito que nos traía los
huevitos de chocolate para la semana santa... que lindo era ser niño,
no teníamos disgustos ni tristezas por grandes cosas, solo porque nos
caíamos, porque nos quitaban algún juguete, porque no nos compraban lo
que queríamos, o simplemente porque alguien nos pegaba...
Pasan los años y nos empezamos a dar cuenta que esas cosas van cambiando,
nos enteramos, que el viejito pascuero no existe y que son los papás los
que nos crean esa ilusión, descrubimos que el ratoncito de los dientes no es
otra persona sino nuevamente nuestros padres y al final nos damos cuenta que el
conejito tampoco existe, sino que también son nuestros papás los que nos
crean esas hermosas fantasias en las que creímos alguna vez...
Siguen pasando los años y empiezan las desiluciones que nos duelen
y nos marcan, aprendemos que existen cosas más allá que unos simples juguetes,
sentimientos que nos llenan y nos alegran la vida,sensaciones en la guatita
cuando vemos a esa persona que nos esta quitando el sueño, sentimiento de pena y frustración cuando esa persona ni siquiera nos toma en cuenta, enfrentamos pérdidas y ganamos angelitos que nos cuidan desde el cielo,nos damos cuenta quienes son nuestros amigos y quienes no... así empezamos a vivir nuestra vida, a veces con dificultad de creer que que todo puede volver a ser como era antes, cuando eramos unos niños, cuando todo era mágico.
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